Estas líneas son tan sólo una parte de un relato más extenso que aún está por terminar; sin embargo, creo que hoy debo dejar que expresen cuanto dicen, ya que hoy es el día en el que, al fin, se ha abierto esa ventana. Quiero dedicárselas a alguien que ya no está conmigo, pero que sigue aquí, no sé de qué forma, pero a mi lado.
Hasta siempre PapaDiego...

"Un buen amigo me dijo una vez que “cuando una puerta se cierra siempre se abre una ventana”, al fin he comprendido que si bien es cierto que las ventanas son menos accesibles, más difíciles de alcanzar y normalmente más estrechas; son siempre más transparente, menos rígidas. Ahora sé que abrir la más pequeña de ellas es mucho más enriquecedor que traspasar la puerta más amplia. A principios de este verano, tras un tiempo de dudas, de total desmotivación a nivel profesional debido a no haber sido valorada para mi puesto en ningún momento durante el tiempo que pasé en él, y después de la última falta de respeto por parte de quien debió ser la persona que me formara en un nuevo campo y al mismo tiempo a la que yo pudiera aportar mi experiencia y formación previa, decidí cerrar esa puerta. Por primera vez en mi vida, fuí yo quien decidió el siguiente paso, sabiendo que no sería sencillo, que probablemente no era la opción más políticamente correcta, y sin embargo, convencida plenamente de que era la que debía tomar en ese momento. Tras esa decisión recuperé gran parte de mi autoestima a nivel profesional, y decidí emprender un nuevo camino, duro y difícil, lleno de sacrificios y de ausencias, pero que finalmente me llevaría a alcanzar un objetivo por el que llevo luchando catorce años ya. Lo que no podía saber es que había otra puerta cerrándose al mismo tiempo, mucho más importante y para la que era necesario que yo estuviera junto a los míos. A los pocos días de renunciar a mi último trabajo, recibí una llamada de España, alguien a quien adoraba estaba viviendo sus últimos momentos. Mi decisión de marcharme de nuevo a casa no podía haber sido más acertada, y gracias a cerrar desde fuera mi anterior etapa, pude pasar con él los últimos meses de su vida. Esa fue la primera ventana que él me ayudó a abrir, aunque en ese momento no fui consciente de ello. Tras un tiempo durísimo de hospital, de noches en vela, de dolor, de ver sufrir y deteriorarse a alguien a quien amas tan profundamente, todo terminó un mes después de mi vuelta. En ese momento sentí que ya no tenía nada por delante, mi vida personal quebrada de nuevo por una ausencia y mi vida profesional detenida y sin ninguna espectativa a corto plazo. No había puertas, ninguna ventana, simplemente un continuo pasillo gris, de paredes frías y monótonas. Un mes después de aquellos momentos, encontré un destello, algo que no puedo explicar, hay quien habla de Dios, otros lo hacen de energías, de almas que vuelven a ayudar a sus seres queridos... Yo prefiero no analizar, hace tiempo que aprendí a no etiquetar las cosas, a no ponerles nombres que las encasillen, las limiten o las inmovilicen. Sólo sé que un mes después de perderle, encontré un nuevo camino, con bifurcaciones, con diferentes opciones ante mí y la posibilidad de ser yo quien eligiera qué dirección tomar en mi vida. Cuando supe sin dudar hacia dónde avanzar, cuando por primera vez en mucho tiempo mi corazón y mi cabeza indicaron la misma dirección, al levantar la vista con los ojos húmedos por su recuerdo; allí estaba, una pequeña ventana, a gran altura, estrecha y algo empañada, pero era mi ventana. Al conseguir alcanzarla, una mano me ayudó a abrirla, y una vez abierta, allí detrás no me esperaba algo jamás visto, nada espectacular, ni si quiera algo que para otros pudiera ser interesante... Sin embargo para mí fue la confirmación de que éste es mi camino, de que ésta es mi ventana, de que contamos con el apoyo de nuestros seres queridos, estén dónde estén... porque allí, tras esa pequeña ventana, estaba yo, esperándome para comenzar a vivir..."Hasta siempre PapaDiego...

(Djed).
No hay comentarios:
Publicar un comentario